
En el Lasai Blog que gestiona José María Barandiarán apareció el 29 de abril de 2017 esta entrevista a fondo a Pedro Gozalbes donde se puede conocer a fondo y con detalle el trabajo que se lleva a cabo en la Librería, Editorial y Espacio Cultural Colombre. Reproducimos el texto íntegro, y dejamos aquí también enlace a la fuente original:
Me llamo Pedro Gozalbes
Trabajo junto con Rafael Delgado en el proyecto Espacio Cultural Colombre, librería de segunda mano, editorial de primera y espacio de encuentro donde programamos y acogemos actividades, talleres, eventos y espectáculos culturales.
Estamos en Sevilla, en un apartado callejón con más aire de trasera del bronx neoyorquino que de típica calle sevillana. Andamos camuflados entre cocheras y antiguos locales comerciales ya sin uso, bajo un paisaje de ladrillos, puertas contrachapadas y persianas oxidadas que son un campo de pruebas para los grafiteros más neófitos. A veces, también, un gato asoma el rabo y sospechamos que pudiera ser un oficial del ayuntamiento en servicio de espionaje.

Y a pesar de que ya han saltado, tarde, las alarmas contra la gentrificación tampoco hemos notado una avalancha de gente acercándose a conocer nuestra propuesta. Sospechamos también que una inmensa mayoría siguen siendo incapaces de desplazar el centro más allá de las lindes de sus comodidades. Y Colombre está al margen, en el extrarradio del cotarro del «cultureteo», proponiendo un desafío verdadero para quienes padecen de «centritis». A nosotros nos sirve como selección natural, y quien se asoma hasta aquí ya sabemos que tiene un mérito añadido… Por esto y mucho más el lugar es ideal para mantener una empresa cultural que puede permitirse en lo administrativo y lo económico cierto margen para el ensayo y la equivocación como rampa y trampolín para el aprendizaje, sin la presión ni las exigencias que imponen el vertiginoso ritmo de quien está inmerso en mitad de la jungla del tránsito comercial. Eso sí, mucha vocación y paciencia, porque no siempre el camino es fácil.
Espacio Cultural Colombre nació con estos ideales, y algunos otros que nos siguen saliendo al paso, además de nuestras propias contradicciones, y así inauguramos el 4 de octubre del año 2012 y así seguimos.

La idea de montar Colombre vino motivada porque en nuestros trabajos anteriores, a pesar de que nos gustaban (o precisamente por eso), empezamos a sentirnos como aquel Gólem que dibujó magistralmente Borges en su poema: encerrados en órdenes ajenas, adverbios de tiempo y una rutina que cada vez más nos ponía al borde de un abismo… Dimos el salto en el momento más agudo de la crisis, tras muchas tardes de terapia de sofá, decidimos juntarnos, nosotros y nuestros propios libros, y salir a la venta ambulante por playas, pueblos, plazas, rastros y mercadillos. Y no sólo nos lo pasábamos bien, sino que vendíamos también, y hacíamos tanto acopio de libros que tuvimos que buscarnos un lugar donde guardarlos, y con lo que íbamos ganando pagamos los primeros alquileres y fuimos montando la librería, muy modestamente, pero poniéndole siempre buen gusto.
Consideramos que nuestra apuesta profesional fue desde el inicio arriesgada porque tomamos el camino más largo, lejos de apresurarnos a tener primero una presencia fuerte en Internet (portal web, redes sociales, contenidos digitales, catálogo on-line, etc.) pusimos todo nuestro empeño en propiciar primero lo que creíamos que se estaba perdiendo en el ámbito de las librerías de viejo, el encuentro entre gente de muy distinta condición al calor de un espacio físico y real y por eso nos empeñamos antes que nada en poner en pie, más que un almacén de libros, una librería coqueta y agradable que diera también la sensación de que podía ser la prolongación del salón de nuestras casas, donde la puerta siempre está abierta a invitados.
Por otro lado, dentro de esta apuesta hay un empeño por tratar de hacer llegar a la gente el mensaje de que leer libros de segunda mano también es sexy, y no sólo eso, sino que normalmente es más barato y puede ser incluso una mejor opción. Muchos de los libros que la gente compra hoy con las cubiertas impecables y los bordes sin rozar no son por dentro más que meras reproducciones, o lo que es peor, malas reediciones de libros que se pueden encontrar con facilidad en una librería de viejo. Es una ironía ver a quienes defienden el ecologismo y la cultura alternativa a corazón abierto, pero luego caen en la contradicción de ser consumidores de literatura de bolsillo, que no siempre, pero que sí en muchas ocasiones, es un coladero de libros mal editados, en pésimo formato, ínfimos márgenes, cuerpo de letra minúsculo…, en definitiva un mazacote de papel poco manejable y difícilmente legible… pero eso sí con ese olor a nuevo que tanto satisface el ansia consumista.
Me gusta Colombre porque el triángulo de librería, editorial y agenda cultural es perfecto para desarrollar infinitas posibilidades de expresión, de comunicación, de encuentro y de aventuras en torno a los libros y a la gente, especialmente nos parece interesante que nuestro recién nacido sello editorial pueda contar con un espacio propio y visitable, donde reunirse y tramar con autores y otros agentes implicados.
Cuando tenía doce años quería ser locutor radiofónico deportivo y retransmitir en vivo y en directo competiciones, por suerte al pasar la adolescencia, perdí el interés por todo aquello y me quedé, según yo creo, con lo mejor: practicar los deportes sin ser aficionado a ninguno.
Cuando me toca explicarle a una persona que no conozco por qué me gusta mi oficio depende del día y de la persona me entretengo en contar una u otra versión, las más de las veces confieso que voy con reservas y me tomo mis precauciones para no «soltar la chapa» a la primera de cambio y porque en realidad prefiero escuchar las historias de otros a la mías.
Más allá de las apariencias la realidad de mi día a día en el trabajo es así: Me encantaría responder con aquella humorada de Oscar Wilde que resumía una dura jornada de trabajo en quitar una coma de un poema al principio de la mañana para volverla a colocar en el mismo lugar antes de acostarse, pero la realidad es distinta y pasa por responder y escribir correos, comentar con Rafa los últimos movimientos o tareas pendientes, idear, resolver constantemente, presupuestar una corrección, autogestionar la web y darle vidilla a las redes sociales, maquetar libros, fichar, marcar, catalogar, ordenar… un montón de verbos que pueden conjugar maravillosamente con el libro… preparar un arte final para imprenta, diseñar cubiertas y carteles, escribir, leer por trabajo (que también es leer por gusto), hablar con los autores, gestionar, recomendar libros, programar actividades, investigar, tomar café, visitar muchas librerías, fatigar los mercadillos; de la burocracia y lo administrativo no quiero ni acordarme, ordenar la librería y ordenar las ideas en la cabeza, pero sobre todo, tener claro las prioridades e intentar que cada día sea un monográfico de algo para no verse constantemente interrumpido por las mil y una tareas posibles que están siempre al retortero, como todas estas que acabo de mencionar.
La imagen que tienen las personas sobre el trabajo que realizo creo que se caracteriza por mariposear mucho y trabajar poco, cuando a menudo suele ser lo contrario, trabajar mucho y mariposear a veces…
Lo más raro que me ha sucedido nunca en Colombre fue cuando una tarde noche, ya haciendo caja, y con la puerta entornada entró un tipo fortachón con pinta de no faltar un día al gimnasio y aproximándose mucho hasta mí me preguntó por un libro, 7 consejos para ser un buen ladrón, un poco intimidado por lo explícito del título miré en la base de datos si podíamos tener ese libro o uno de título similar…, pero no sólo no lo teníamos sino que ni siquiera figuraba en otras bases de datos que solemos consultar… empecé a temerme lo peor, que realmente había venido a robar y que la pregunta era solo una broma antes de arramplar con nuestra exigua caja del día… salí al paso asegurándole que le encontraría ese libro, pero que mientras podía llevarse algún otro libro de literatura picaresca y empecé a darle recomendaciones y a leerle el prólogo del Lazarillo… debí darle tanta lástima, que, si vino a robar, se le quitaron las ganas.

Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, son muchas cosas, algunas con las que disfruto especialmente son por ejemplo las pesquisas de libros, es decir, cuando salimos en busca de una biblioteca después de un primer contacto, esa emoción de ver qué libros nuevos nos deparan, la sorpresa de hallar algún libro que para uno tiene más valor que un tesoro; luego también ese día en que uno pone el ¡chin pun! al arte final de un libro y lo deja en manos de la imprenta… esa noche se sale como poco a celebrarlo con una cerveza; y las noches en que colgamos el cartel de agotadas las localidades para un concierto o una función de cuentos de las que programamos en la librería… por referir sólo una pequeña parte del gran pastel.
El mejor día que recuerdo en el trabajo pudo ser alguna noche que prolongamos hasta la madrugada en la librería, ya a puerta cerrada, con amigos, cantando, bebiendo, riendo, compartiendo lecturas y chascarrillos, haciendo el ganso… y más recientemente haber podido avistar las cumbres de los Dolomitas desde la misma casa donde pasó tantos veranos Buzzati, nuestro autor fetiche de quien tomamos el nombre para nuestro Espacio Cultural. Fue una forma de entender muchas cosas, de cerrar un círculo.
Y lo peor fue tal vez aquella mañana de octubre de 2015, cuando abrimos la librería con un par de dedos de agua de inundación por una fuga de una vieja tubería que tardamos días en detectar, los destrozos ocasionados, la incertidumbre, el tener que parar el ritmo habitual y desmontar todo justo días antes del comienzo de la temporada de actividades… fue nuestra primera gran «desgracia», nos sirvió para concienciarnos de que seguirán llegando otras y que lo importante es, después del primer enfado, asumirlo con humor y deportividad.
No recuerdo haber perdido el entusiasmo por lo que hago, pero sí recuerdo, como es natural, y diría que necesario, tardes de desánimos o de cansancio, de no dar pie con bola, lo importante, cada vez más, es saber detectar a tiempo esos momentos para detenerse y darse un descanso.

Cuando quiero tomarme un descanso salgo a correr sin reloj ni rumbo cierto, si el descanso ya es más largo, lo que más disfruto son los viajes a la playa o a la montaña, en buena compañía y algún que otro libro de Stevenson en la mochila.
El futuro de mi profesión lo veo emocionante. Hace un puñado de años parecía ir a peor, aparte de que entonces uno ha ido limando el criterio y aprendiendo a diferenciar las voces de los egos (no hay errata sino guiño al verso de Machado)… ahora más que nunca hay editoriales suicidas, librerías valientes y lectores intrépidos, siempre son menos de los que nos gustaría, pero cuentan mucho y el panorama pinta divertido… imposible aburrirse, otra cosa es conseguir mantener a flote el negocio cultural y que no quede en manos de desaprensivos o reducido a las grandes corporaciones, que tienden a reducir todo a sota, caballo y rey.
Eso sí, si un día logro jubilarme seguramente querré pasar el tiempo que me queda haciendo lo mismo pero en menor intensidad, para poder repartir mi tiempo en otras aficiones que la vejez me traiga…
El último libro que he leído se titula Por el gusto de leer, una larga y calmada entrevista a la que fue la editora de Tusquets, Beatriz de Moura, no recuerdo echar en falta ninguna pregunta y las respuestas que iba leyendo eran pura dinamita haciendo volar por los aires mis ingenuos sueños de editor. Un disco: Alone de Bill Evans, para escuchar con los ojos cerrados, buenos auriculares y por supuesto de madrugada y en soledad. Un concierto: los que programan Javi y Peter los jueves y los domingos en la Taberna Ánima, la mejor música del mundo en Sevilla. La última exposición la de Schulten y el descubrimiento de Nvmantia, vista en el Museo Arqueológico de Alcalá de Henares, ¡muy completa! Y de las últimas comidas que más he disfrutado la de desayunar una manzana mientras voy en bicicleta camino del trabajo.
Datos de ubicación/contacto

Espacio Cultural Colombre. Más allá de los libros. Librería y Editorial
Esperanza de Triana, 35. Local lateral. 41010 Sevilla.
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Tel.: 630 230 605 // 645952880
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