Colombre, la perla de Triana
Carmen Cruces Romero, artículo aparecido en la Revista Desiderata, Núm. 24 – Año VII, julio-diciembre de 2024. (Págs. 156-158). Lo reproducimos a continuación y al final del artículo os dejamos separata con las páginas de la publicación.
Define la RAE en su primera acepción el sustantivo «plaza» como: «Lugar ancho y espacioso dentro de un poblado, al que suelen afluir varias calles». Me parece correcto, y no será servidora quién le enmiende el orden a tan honorable institución, aunque, personalmente, me identifico mucho más con la segunda: «Lugar donde se venden artículos diversos, se tiene el trato común con los vecinos, y se celebran las ferias, los mercados y las fiestas públicas».
Esta querencia mía a la segunda acepción es debida a la sustancia que tiene todo lo que se cuece a pie de calle: el roce —que hace el cariño—, el vaya usted con Dios, el pregón asonantado o la verbena con orquesta de nombres estas tan valiosos como Panorama, Los satélites o Furia joven, ahí es ná.
Existen plazas que permanecerán siempre en nuestro imaginario colectivo por razones muy diversas. La llegada de la actriz Anita Ekberg a la Piazza di Trevi portando un gatito en la cabeza, mientras Marcelo Mastroianni busca con desesperación un vaso de leche para el minino por las calles aledañas en la película La dolce vita es una de ellas: «Marcelo, come here», le apremia Anita minutos después desbordante de sensualidad y de agua desde dentro de la célebre Fontana. ¿Quién no ha soñado con ser Anita Ekberg en esta escena alguna vez? Yo muchas, desde luego.
Pero barriendo para casa –porque al César lo que es del César y a Aníbal González lo que es de Aníbal González—, no estará de más citar aquí la espectacular Plaza de España de Sevilla, en la que, dicho sea de paso, también se han rodado grandes producciones. Su enclave, sus galerías a las que se accede a través de monumentales escaleras y, en definitiva, la majestuosidad del conjunto arquitectónico conforman un entorno realmente envidiable.
Aunque, como no solo de azulejo y mármol preciado vive la plaza, regreso de nuevo al cine. Hay en él otros ejemplos, quizás no tan fastuosos, pero no por ello menos adorables. Traigo al caso la conmovedora Cinema Paradiso, donde la pared encalada de una de las viviendas de la plaza del pueblo se convierte en una improvisada pantalla para sorpresa y deleite de todo el vecindario, que en plena posguerra, pasan hambre —también— de entretenimiento. Es el claro ejemplo de una plaza llena de vida, donde los sinsabores de la cotidianidad consiguen hermanar a gentes de distinta condición.
Pero si retrocedemos a la primera acepción de la palabra, la Academia también nos informa de que a la plaza suelen afluir varias calles.
Vuelve la burra al trigo, y caigo en la cuenta de que el cine no solo nos ha dado grandes momentos a través de hermosas plazas, también las calles han jugado un papel importante en obras muy notables:
La sensacional y colorida puesta en escena del enfrentamiento entre dos bandas callejeras en West Side Story por estrechos callejones de Broadway, es de lo mejorcito del cine musical de los sesenta. Las acrobacias y saltos de un grupo de jóvenes que huyen de la pasma sin que se les desmorone el tupé hacen que el espectador salga del cine, sea cual sea su edad, con el convencimiento de que tiene veinte años. Es la magia del cine.
En otro contexto y en otra época, los sucios y malolientes callejones de una ciudad del sur de la Francia de 1766 que nos presenta la película El perfume son el escenario perfecto para los crímenes de Jean-Baptiste, un joven que nace con un desorbitado potencial olfativo. La película está tan bien ambientada que consigue convertir el patio de butacas en un lugar sinestésico. Aun así, recomiendo leer antes el libro.
Llegados a este punto, me pongo en la piel de reportera de calle en plena época estival, y añado a preguntas tan manidas como: «¿es usted más de playa o de montaña, de helado o de horchata?», la de: «¿es usted de plaza o de callejón?» Yo no dudaría mi respuesta ni un instante: «pues mire usted, depende del día».
Porque aparte de hablar de cine, yo he venido aquí a hablar de callejones; más concretamente del mío. Bueno, a decir verdad, no es mío en el sentido jurídico de la palabra, pero sí en el de usufructo emocional.
Podríamos exponer una lista de los múltiples encantos con los que cuenta el sevillano barrio de Triana, promocionado en todas las guías y web de turismo y con un lema que los trianeros llevan a gala: «Triana, República independiente» —no se extrañen ustedes si en el momento menos pensado sacan su propia moneda de cambio—.
Entre la calle Betis y la calle Pureza, por citar alguno de los lugares más fotografiados y emblemáticos del barrio, se encuentra la escultura al torero Juan Belmonte, una de las figuras más representativas del toreo sevillano, y sobre la que el periodista y escritor Manuel Chaves Nogales escribió su elogiada biografía Juan Belmonte matador de toros. Como particularidad, esta figura ofrece su torso abierto dejando ver a través de él la imagen de la ciudad al otro margen del río con la Giralda como telón de fondo. Si Belmonte levantara la cabeza —todo indica a que era un hombre de carácter introvertido— y viera el trasiego de fotos y selfies que se hacen cogidos de su brazo a diario se moría otra vez. Por cierto, tuvo un final bastante trágico.
Pero más allá de puntos estratégicos para visitantes propios y foráneos, el barrio de Triana cuenta con un espacio que no aparece en las guías turísticas —alabado sea Dios y la Virgen del Carmenؙ—. Se trata de Colombre. Colombre, además de ser un delicioso cuento del autor italiano Dino Buzzati del cual toma su nombre —dejo por aquí el enlace al cuento—, es un pequeño local situado en un callejón de Triana. Uno de esos callejones que parecen carecer de importancia por estar solo de paso y adolecer de azulejería y hierro forjado cuajado de gitanillas. El local fue primero cochera y más adelante un antiguo polvero.
Sin embargo, el metro cuadrado no es impedimento para que allí sucedan grandes cosas. Cosas enriquecedoras llenas de ingenio y creatividad: desde talleres de escritura y recitales poéticos hasta sesiones de narración oral, títeres, ciclos de cine, conciertos de música, presentaciones de libro, etc. De todo esto y más —también es librería de segunda mano con venta por Internet a través de Todocolección y una pequeña editorial— se nutre el espacio. Un espacio de encuentro donde la escucha activa y la complicidad hacen que las personas que allí acuden se sientan en su casa.
Al mando de este hermoso velero está Pedro Gozalbes, una de esas personas que escasean en la actualidad y que ponen mimo y cariño en todo lo que hacen; más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Así lo definiría yo, como se definía don Antonio Machado en su hermoso poema. Ni quito ni pongo rey. Colombre fue fundado en 2012 por Pedro Gozalbes y su compañero y amigo Rafael Delgado, después de un periplo de venta ambulante con libros de segunda mano por playas y plazas —de nuevo el ágora viva— de pueblos andaluces, una aventura novedosa, que, a pesar de lo duro —aunque no lo crean hay quintas plantas sin ascensor—, les produjo grandes satisfacciones. Con el tiempo, y ante la acumulación de libros, optaron por alquilar este pequeño-gran local que, poco a poco, y gracias al trabajo y mimo puesto en él, se ha convertido en todo un referente de la cultura sevillana.
Hacen falta mucho más espacios como este que pongan en valor el mundo de la cultura local, lugares de encuentro, de respeto y hermanamiento.
Sin ánimo de destrozarles el cuento de Dino Buzzati, no malgasten su tiempo en fugas absurdas y direcciones erróneas; pongan rumbo a Colombre y llegarán a buen puerto. Haganme caso, se lo dice una que ha ido siempre a la deriva.
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El Colombre y los rescatadores de libros viejos
Podscat La Aldea Prodigiosa
La aldea prodigiosa es un podcast nacido desde la cuarentena interminable de este 2020. Es una invitación a transitar por caminos sonoros, en las voces y miradas desde diversas geografías.
El episodio 5 está dedicado a dar a conocer el rincón menos conocido, pero más bohemio, de Triana. Arranca el programa con unas declaraciones tal que así:
«Colombre es sorpresa, es tesoro, es misterio, es luz, son ganas, es literatura, es poesía, son palabras que van y vienen, son también ambientes de calidez, de fuerza, de energía… Colombre es un tesoro de los mares» (Carolina Rueda, narradora colombiana).
Agradecidos a la suprema diosa del cuento y a las también narradoras Ángeles Fernández Sánchez y Lola Jiménez que nos colman con unas palabras tan bonitas como bien dichas… y por supuesto al hacedor y conductor del programa Marco Flecha al que no le falta ni un perejil en profesionalidad y buen hacer.
https://www.ivoox.com/ep-5-el-colombre-rescatadores-audios-mp3_rf_57436387_1.html
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Espacio Cultural Colombre en Sevilla. Un desafío verdadero para quienes padecen de «centritis»
En el Lasai Blog que gestiona José María Barandiarán apareció el 29 de abril de 2017 esta entrevista a fondo a Pedro Gozalbes donde se puede conocer a fondo y con detalle el trabajo que se lleva a cabo en la Librería, Editorial y Espacio Cultural Colombre. Reproducimos el texto íntegro, y dejamos aquí también enlace a la fuente original:
Me llamo Pedro Gozalbes
Trabajo junto con Rafael Delgado en el proyecto Espacio Cultural Colombre, librería de segunda mano, editorial de primera y espacio de encuentro donde programamos y acogemos actividades, talleres, eventos y espectáculos culturales.
Estamos en Sevilla, en un apartado callejón con más aire de trasera del bronx neoyorquino que de típica calle sevillana. Andamos camuflados entre cocheras y antiguos locales comerciales ya sin uso, bajo un paisaje de ladrillos, puertas contrachapadas y persianas oxidadas que son un campo de pruebas para los grafiteros más neófitos. A veces, también, un gato asoma el rabo y sospechamos que pudiera ser un oficial del ayuntamiento en servicio de espionaje.
Y a pesar de que ya han saltado, tarde, las alarmas contra la gentrificación tampoco hemos notado una avalancha de gente acercándose a conocer nuestra propuesta. Sospechamos también que una inmensa mayoría siguen siendo incapaces de desplazar el centro más allá de las lindes de sus comodidades. Y Colombre está al margen, en el extrarradio del cotarro del «cultureteo», proponiendo un desafío verdadero para quienes padecen de «centritis». A nosotros nos sirve como selección natural, y quien se asoma hasta aquí ya sabemos que tiene un mérito añadido… Por esto y mucho más el lugar es ideal para mantener una empresa cultural que puede permitirse en lo administrativo y lo económico cierto margen para el ensayo y la equivocación como rampa y trampolín para el aprendizaje, sin la presión ni las exigencias que imponen el vertiginoso ritmo de quien está inmerso en mitad de la jungla del tránsito comercial. Eso sí, mucha vocación y paciencia, porque no siempre el camino es fácil.
Espacio Cultural Colombre nació con estos ideales, y algunos otros que nos siguen saliendo al paso, además de nuestras propias contradicciones, y así inauguramos el 4 de octubre del año 2012 y así seguimos.
La idea de montar Colombre vino motivada porque en nuestros trabajos anteriores, a pesar de que nos gustaban (o precisamente por eso), empezamos a sentirnos como aquel Gólem que dibujó magistralmente Borges en su poema: encerrados en órdenes ajenas, adverbios de tiempo y una rutina que cada vez más nos ponía al borde de un abismo… Dimos el salto en el momento más agudo de la crisis, tras muchas tardes de terapia de sofá, decidimos juntarnos, nosotros y nuestros propios libros, y salir a la venta ambulante por playas, pueblos, plazas, rastros y mercadillos. Y no sólo nos lo pasábamos bien, sino que vendíamos también, y hacíamos tanto acopio de libros que tuvimos que buscarnos un lugar donde guardarlos, y con lo que íbamos ganando pagamos los primeros alquileres y fuimos montando la librería, muy modestamente, pero poniéndole siempre buen gusto.
Consideramos que nuestra apuesta profesional fue desde el inicio arriesgada porque tomamos el camino más largo, lejos de apresurarnos a tener primero una presencia fuerte en Internet (portal web, redes sociales, contenidos digitales, catálogo on-line, etc.) pusimos todo nuestro empeño en propiciar primero lo que creíamos que se estaba perdiendo en el ámbito de las librerías de viejo, el encuentro entre gente de muy distinta condición al calor de un espacio físico y real y por eso nos empeñamos antes que nada en poner en pie, más que un almacén de libros, una librería coqueta y agradable que diera también la sensación de que podía ser la prolongación del salón de nuestras casas, donde la puerta siempre está abierta a invitados.
Por otro lado, dentro de esta apuesta hay un empeño por tratar de hacer llegar a la gente el mensaje de que leer libros de segunda mano también es sexy, y no sólo eso, sino que normalmente es más barato y puede ser incluso una mejor opción. Muchos de los libros que la gente compra hoy con las cubiertas impecables y los bordes sin rozar no son por dentro más que meras reproducciones, o lo que es peor, malas reediciones de libros que se pueden encontrar con facilidad en una librería de viejo. Es una ironía ver a quienes defienden el ecologismo y la cultura alternativa a corazón abierto, pero luego caen en la contradicción de ser consumidores de literatura de bolsillo, que no siempre, pero que sí en muchas ocasiones, es un coladero de libros mal editados, en pésimo formato, ínfimos márgenes, cuerpo de letra minúsculo…, en definitiva un mazacote de papel poco manejable y difícilmente legible… pero eso sí con ese olor a nuevo que tanto satisface el ansia consumista.
Me gusta Colombre porque el triángulo de librería, editorial y agenda cultural es perfecto para desarrollar infinitas posibilidades de expresión, de comunicación, de encuentro y de aventuras en torno a los libros y a la gente, especialmente nos parece interesante que nuestro recién nacido sello editorial pueda contar con un espacio propio y visitable, donde reunirse y tramar con autores y otros agentes implicados.
Cuando tenía doce años quería ser locutor radiofónico deportivo y retransmitir en vivo y en directo competiciones, por suerte al pasar la adolescencia, perdí el interés por todo aquello y me quedé, según yo creo, con lo mejor: practicar los deportes sin ser aficionado a ninguno.
Cuando me toca explicarle a una persona que no conozco por qué me gusta mi oficio depende del día y de la persona me entretengo en contar una u otra versión, las más de las veces confieso que voy con reservas y me tomo mis precauciones para no «soltar la chapa» a la primera de cambio y porque en realidad prefiero escuchar las historias de otros a la mías.
Más allá de las apariencias la realidad de mi día a día en el trabajo es así: Me encantaría responder con aquella humorada de Oscar Wilde que resumía una dura jornada de trabajo en quitar una coma de un poema al principio de la mañana para volverla a colocar en el mismo lugar antes de acostarse, pero la realidad es distinta y pasa por responder y escribir correos, comentar con Rafa los últimos movimientos o tareas pendientes, idear, resolver constantemente, presupuestar una corrección, autogestionar la web y darle vidilla a las redes sociales, maquetar libros, fichar, marcar, catalogar, ordenar… un montón de verbos que pueden conjugar maravillosamente con el libro… preparar un arte final para imprenta, diseñar cubiertas y carteles, escribir, leer por trabajo (que también es leer por gusto), hablar con los autores, gestionar, recomendar libros, programar actividades, investigar, tomar café, visitar muchas librerías, fatigar los mercadillos; de la burocracia y lo administrativo no quiero ni acordarme, ordenar la librería y ordenar las ideas en la cabeza, pero sobre todo, tener claro las prioridades e intentar que cada día sea un monográfico de algo para no verse constantemente interrumpido por las mil y una tareas posibles que están siempre al retortero, como todas estas que acabo de mencionar.
La imagen que tienen las personas sobre el trabajo que realizo creo que se caracteriza por mariposear mucho y trabajar poco, cuando a menudo suele ser lo contrario, trabajar mucho y mariposear a veces…
Lo más raro que me ha sucedido nunca en Colombre fue cuando una tarde noche, ya haciendo caja, y con la puerta entornada entró un tipo fortachón con pinta de no faltar un día al gimnasio y aproximándose mucho hasta mí me preguntó por un libro, 7 consejos para ser un buen ladrón, un poco intimidado por lo explícito del título miré en la base de datos si podíamos tener ese libro o uno de título similar…, pero no sólo no lo teníamos sino que ni siquiera figuraba en otras bases de datos que solemos consultar… empecé a temerme lo peor, que realmente había venido a robar y que la pregunta era solo una broma antes de arramplar con nuestra exigua caja del día… salí al paso asegurándole que le encontraría ese libro, pero que mientras podía llevarse algún otro libro de literatura picaresca y empecé a darle recomendaciones y a leerle el prólogo del Lazarillo… debí darle tanta lástima, que, si vino a robar, se le quitaron las ganas.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, son muchas cosas, algunas con las que disfruto especialmente son por ejemplo las pesquisas de libros, es decir, cuando salimos en busca de una biblioteca después de un primer contacto, esa emoción de ver qué libros nuevos nos deparan, la sorpresa de hallar algún libro que para uno tiene más valor que un tesoro; luego también ese día en que uno pone el ¡chin pun! al arte final de un libro y lo deja en manos de la imprenta… esa noche se sale como poco a celebrarlo con una cerveza; y las noches en que colgamos el cartel de agotadas las localidades para un concierto o una función de cuentos de las que programamos en la librería… por referir sólo una pequeña parte del gran pastel.
El mejor día que recuerdo en el trabajo pudo ser alguna noche que prolongamos hasta la madrugada en la librería, ya a puerta cerrada, con amigos, cantando, bebiendo, riendo, compartiendo lecturas y chascarrillos, haciendo el ganso… y más recientemente haber podido avistar las cumbres de los Dolomitas desde la misma casa donde pasó tantos veranos Buzzati, nuestro autor fetiche de quien tomamos el nombre para nuestro Espacio Cultural. Fue una forma de entender muchas cosas, de cerrar un círculo.
Y lo peor fue tal vez aquella mañana de octubre de 2015, cuando abrimos la librería con un par de dedos de agua de inundación por una fuga de una vieja tubería que tardamos días en detectar, los destrozos ocasionados, la incertidumbre, el tener que parar el ritmo habitual y desmontar todo justo días antes del comienzo de la temporada de actividades… fue nuestra primera gran «desgracia», nos sirvió para concienciarnos de que seguirán llegando otras y que lo importante es, después del primer enfado, asumirlo con humor y deportividad.
No recuerdo haber perdido el entusiasmo por lo que hago, pero sí recuerdo, como es natural, y diría que necesario, tardes de desánimos o de cansancio, de no dar pie con bola, lo importante, cada vez más, es saber detectar a tiempo esos momentos para detenerse y darse un descanso.
Cuando quiero tomarme un descanso salgo a correr sin reloj ni rumbo cierto, si el descanso ya es más largo, lo que más disfruto son los viajes a la playa o a la montaña, en buena compañía y algún que otro libro de Stevenson en la mochila.
El futuro de mi profesión lo veo emocionante. Hace un puñado de años parecía ir a peor, aparte de que entonces uno ha ido limando el criterio y aprendiendo a diferenciar las voces de los egos (no hay errata sino guiño al verso de Machado)… ahora más que nunca hay editoriales suicidas, librerías valientes y lectores intrépidos, siempre son menos de los que nos gustaría, pero cuentan mucho y el panorama pinta divertido… imposible aburrirse, otra cosa es conseguir mantener a flote el negocio cultural y que no quede en manos de desaprensivos o reducido a las grandes corporaciones, que tienden a reducir todo a sota, caballo y rey.
Eso sí, si un día logro jubilarme seguramente querré pasar el tiempo que me queda haciendo lo mismo pero en menor intensidad, para poder repartir mi tiempo en otras aficiones que la vejez me traiga…
El último libro que he leído se titula Por el gusto de leer, una larga y calmada entrevista a la que fue la editora de Tusquets, Beatriz de Moura, no recuerdo echar en falta ninguna pregunta y las respuestas que iba leyendo eran pura dinamita haciendo volar por los aires mis ingenuos sueños de editor. Un disco: Alone de Bill Evans, para escuchar con los ojos cerrados, buenos auriculares y por supuesto de madrugada y en soledad. Un concierto: los que programan Javi y Peter los jueves y los domingos en la Taberna Ánima, la mejor música del mundo en Sevilla. La última exposición la de Schulten y el descubrimiento de Nvmantia, vista en el Museo Arqueológico de Alcalá de Henares, ¡muy completa! Y de las últimas comidas que más he disfrutado la de desayunar una manzana mientras voy en bicicleta camino del trabajo.
Datos de ubicación/contacto
Espacio Cultural Colombre. Más allá de los libros. Librería y Editorial
Esperanza de Triana, 35. Local lateral. 41010 Sevilla.
https://goo.gl/maps/KGTMSHVrxd82
Tel.: 630 230 605 // 645952880
info@espacioculturalcolombre.com
libreria@espacioculturalcolombre.com
editorial@espacioculturalcolombre.com
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Colombre: el espacio cultural de Triana que debes conocer
El portal Sevilla Secreta nos sorprendió verdaderamente publicando el 31 de mayo de 2017 de manera secreta y sin previo aviso este breve reportaje sobre nuestro espacio que aquí enlazamos y reproducimos.
No hay una sola semana en la que no descubramos un nuevo lugar de Sevilla que nos haga preguntarnos «¿Por qué no conocíamos esto?». Nuestra última aventura en busca de descubrimientos nos ha llevado hasta el barrio trianero, concretamente al número 35 de la calle Esperanza de Triana, donde se encuentra el Espacio Cultural Colombre.
Te preguntarás «¿qué puedo encontrar en este rincón de Triana?», a lo que nosotros respondemos «lo que quieras.» Espacio Cultural Colombre nació en 2012 como respuesta a inquietudes literarias y el deseo de ir más allá de las letras. Sus emprendedores decidieron fusionar en este proyecto su pasión por los libros, el trabajo de un editor y el de un programador cultural. Sin embargo, estos marineros de las letras necesitaban un lugar físico donde echar el ancla. Y está claro cuál es el mejor barrio sevillano para un navegante. Es por ello que establecieron su muelle en un ruinoso local que se caía a pedazos.
Con el tiempo y mucho esfuerzo, este antro cochambroso se ha convertido en un lugar dinámico y multidisciplinar en el que sus marineros han conseguido su objetivo. Aun así, no pienses que lo han tenido fácil. Espacio Cultural Colombre se ha tenido que labrar su reputación paulatinamente, ofreciendo a Sevilla un lugar donde confluyen todos los amantes de las artes.
Como te contábamos al principio Espacio Cultural Colombre es «todo». Y por «todo» nos referimos a representaciones de teatro mínimo, funciones de títeres, ciclos de cine, recitales poéticos, certámenes literarios, talleres de escritura, conciertos en formato acústico y un larguísimo etcétera.
¿Te parece poco? Pues no satisfechos con todo lo anterior, los marineros van a la deriva y también ofrecen un servicio de alquiler de sala que dispone de equipo de música, proyector, pantalla y biblioteca. Todo lo necesario para aquellos que quieran llevar a cabo un ensayo u organizar cualquier tipo de evento.
Además, el propio Espacio Cultural Colombre es una editorial que te permite publicar un libro, revista, folleto o catálogo. Eso sí, sin perder su sello de identidad y haciéndolo desde un punto de vista cercano y personal. Ellos mismos afirman que no son una «máquina de libros», sino personas que hacen todo lo posible porque tu proyecto sea especial.
Después de conocer Espacio Cultural Colombre tan solo nos quedamos con una duda: ¿de dónde diantres sacan el tiempo estos marineros para surcar los mares de la cultura hispalense? Mientras nosotros buscamos una respuesta, te recomendamos que eches un ojo a su página web y sus redes sociales, para que así tú también te acabes preguntando lo mismo que nosotros:
«¿Por qué no conocía esto?»
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Lugares donde dejarse atrapar por las historias
Reproducimos aquí en rojo el artículo aparecido en Diario de Sevilla el 27 de agosto de 2016 por Raquel Verdugo
«Grandes son las satisfacciones de la vida laboriosa, holgada y tranquila, pero aún mayor es la atracción del abismo». Ésta es una de las frases de un cuento del escritor italiano Dino Buzzati. Quizá ella fue la que cautivó a Pedro Gozalbes y Rafael Delgado cuando decidieron crear el Espacio Cultural Colombre, llamado del mismo modo que aquel cuento. O puede que ese fuera el consejo que siguieron cuando se decidieron a emprender la aventura de dejarse llevar por su pasión por la literatura.»
En esta pequeña sala situada en el callejón que une las calles Febo y Esperanza de Triana, rebosan los libros donde antes lo hacían los azulejos. Convertida oficialmente, desde el día 6 de octubre de 2012, en asociación cultural, atrás quedaron sus días de polvero o de almacén de libros para posterior venta ambulante. Ahora, en este espacio fluyen las ideas, las conversaciones y los encuentros, pero sobre todo se derraman las historias.
Con la intención de tener un lugar que resultara íntimo y confortable, Gozalbes y Delgado habilitaron la sala y dieron pistoletazo de salida a numerosas actividades. Los talleres que organiza Colombre son de los más variados. Desde el curso Manos que hablan de lenguaje de signos hasta clases de selección de repertorios para narradores orales. Los niños también pueden iniciarse en el mundo del arte y la creación a través del taller de dibujo e ilustración, que se imparte a lo largo del curso escolar.
Sin embargo, la oferta de este particular rincón no se queda ahí. Este mismo año han emprendido el camino para aventurarse en la publicación. Ediciones Colombre aspira a utilizar el marco de su Espacio Cultural para promover el antiguo uso de la librería- editorial. Una fórmula casi agotada que puede hacer confluir a lectores con autores para que de ello nazca la literatura.
Desde hace tres años vienen celebrando también el Certamen de Relato Breve Colombre. El plazo de participación abarca todo hasta el 1 de septiembre, para aquellos que durante el año no tienen tiempo para escribir. En noviembre el fallo del jurado compuesto por los propios miembros de la asociación determinará «cuáles son las pepitas de oro, seleccionadas de entre más de 500 participantes que han concursado los dos años anteriores». Una vez conseguido el reto y el premio económico, se publican en papel como Relatos breves del Callejón.
Un Callejón donde cualquiera puede acercarse a leer, tomar café y alquilar la sala para trabajar o proyectar sencillamente unas diapositivas. También cabe la posibilidad de hacerse socio por ocho euros al año. De este modo se consiguen algunas ofertas sobre los libros y se contribuye a constituir una pequeña comunidad literaria alternativa. Un lugar idóneo para pasar el tiempo y, además, dejarse atrapar por el Colombre, un monstruo que, al final, no era tan malo.
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Colombre un pez al servicio de la cultural
En el número 33 de la Revista Triana, editada bajo el auspicio del Distrito Triana del Ayuntamiento de Sevilla se publicó una doble página dando cuenta de nuestros menudeos culturales en el barrio y en la ciudad.
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Fallo del Premio Relatos Breves del Callejón
Distintos medios de prensa se hicieron eco del fallo del jurado del II Certamen de Relato Breve Colombre, fue contraportada del periódico local de la ciudad, Viva Sevilla, el viernes 23 de octubre de 2015.
Un jurado compuesto por Isabel García Mesa (Periodista y Editora en el Grupo Renacimiento), Juan Francisco Sánchez Benítez (Filólogo, profesor y miembro fundador de la Revista Impresiones), Pedro Gozalbes (Editor y cofundador de Espacio Cultural Colombre) y Rafael Delgado (Crítico de arte, educador social y cofundador de Espacio Cultural Colombre) ha decidido conceder al relato El biógrafo de Javier Esteban González Andújar el premio al II Certamen de Relato Breve Colombre. A esta segunda convocatoria del certamen se presentaron 128 relatos, de los cuales 5 pasaron a la fase final.
El anuncio del fallo del premio se hizo público el pasado 20 de octubre en la página web espacioculturalcolombre.com. Desde el Espacio Cultural Colombre aseguran que El biógrafo, el relato ganador, según ha valorado el jurado, cuenta la historia de dos sicarios que van en busca de un misterioso personaje cuya peculiaridad consiste en que conoce todas las historias, incluso la de los dos sicarios. Un relato que avanza gracias a los finos, lacónicos y contundentes diálogos que se van trenzando en la narración y que sirven para crear una atmósfera que nos transporta al género del wéstern, aunque el lugar sea mucho más insólito y en la trama haya leves toques de ciencia ficción. Destaca el final sorprendente y bien pertrechado, el sabio manejo de la información que el narrador va aportando o rescatando en cada momento del relato y, sobre todo, la propuesta de reescritura o actualización del mito de Fausto, que hay latente en todo el cuento. Un relato que hubiera podido filmar el mejor Tarantino, y que, en realidad, es obra de un joven escritor ríoplatense.
Su autor, Javier Esteban González Andújar, nació en 1982 en Buenos Aires, Argentina. Cursó estudios de Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Tecnológica Nacional y de Licenciatura en Sistemas en la Universidad CAECE. Desde temprana edad se dedica a la escritura de cuentos y relatos, sobre todo de género fantástico. En 2006, a los 23 años, publicó su primer cuento. Desde entonces, algunos de sus escritos han sido premiados en certámenes nacionales e internacionales, y otros tantos han sido publicados en Argentina, España y México. En 2012 publicó el libro de cuentos Antemeridiano, que ha sido reeditado recientemente en 2015.
Este II Certamen de Relato Breve Colombre, dotado con la simbólica cantidad de 100 euros para el ganador, se celebra en homenaje al autor y maestro del relato breve Dino Buzzati (Belluno, 1906 – Milán, 1972), teniendo un carácter anual y previsión de nueva edición en la primavera de 2016, momento en el que se anunciarán las bases para la siguiente convocatoria.
El relato El biógrafo podrá leerse en breve en una futura plaquette de edición limitada publicada en papel por el sello Ediciones Colombre antes del final del presente año. Se podrá adquirir en el propio Espacio Cultural o en la inminente web www.libreriacolombre.com, que será hija de la página ya existente www.espacioculturalcolombre.com.
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Colombre en la Revista Nayagua
La reseña se puede leer directamente en la versión digital de la Revista Nayagua, Revista de Poesía, núm. 23. Segunda época / Febrero de 2016, que está disponible en PDF para su descarga en la página web del Centro de Poesía José Hierro. Igualmente dejamos aquí en rojo el texto original para su rápida lectura sin salirse de nuestra página web.
Colombre comenzó siendo un Espacio Cultural que nació en Sevilla en 2012. Un proyecto que surge de manera natural como respuesta a unas inquietudes literarias y al deseo de vivir aventuras más allá de los libros, mezclando nuestro gusto por la literatura y la poesía en particular con la pasión de ser libreros, editores y programadores culturales. Lejos de apresurarnos a navegar perdidos por los mares de Internet y las redes sociales, quisimos primero tener una sede física, un espacio como lugar de
encuentro y reunión donde compartir experiencias y atender inquietudes culturales. No sólo lanzar nuestras propias propuestas sino acoger y conducir las de los demás. Con ese objetivo, y algunos más, adecentamos un antiguo local situado en un recóndito callejón de aires neoyorkinos situado en el barrio de Triana, procurando en todo momento no solo dotarlo de la infraestructura necesaria sino creando además, mediante una cuidada decoración, un lugar agradable donde poder leer o charlar placenteramente… una especie de prolongación del salón de
nuestras casas.
Colombre se ha convertido así en este tiempo en un espacio dinámico y multidisciplinar donde pueden disfrutarse de actuaciones de narración oral, representaciones de teatro mínimo, conciertos en formato acústico, talleres de escritura, ciclos de cine, espectáculos de magia, recitales poéticos, funciones de títeres, certámenes literarios, etc.
Las actividades poéticas han tenido siempre un lugar privilegiado en
la librería, donde hemos cuidado de no repetir las fórmulas poco comunicativas como la simple y mera presentación promocional de un libro o el recital poético desaliñado, a menudo egocéntrico y las más de las veces falto de interacción con el público que asiste. Por ello, hemos preferido siempre apostar por las propuestas que favorecen el diálogo para generar así un feedback con quienes se acercan a participar del evento. En esta línea han pasado por Colombre desde poetas noveles a autores de primera línea, destacando entre estos últimos a Karmelo Iribarren, poeta vasco, o
la colombiana Paura Rodríguez, Premio Nacional de Poesía. También ha habido lugar para propuestas de tipo más escénico como el espectáculo de poesía, música y arte Su Mal Espanta a cargo de La Palabra Itinerante; y próximamente el Ciclo Poesía y Amistad que inauguraremos el 5 de febrero con un primer encuentro dialogado entre los poetas: José Mateos y Pedro Sevilla.
Como última novedad hemos inaugurado un sello editorial, desde donde no
solo ofreceremos los servicios integrales para la publicación de libros, sino que además iremos creando un catálogo propio que apuntará a los siguientes géneros: memoria, autobiografía, diario, además de poesía y relato breve. Todo esto y mucho más puede encontrarse en Colombre, espacio cultural, librería y editorial.
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“El ‘prepartido’ y el ‘pospartido’ son importantes en una actividad cultural”
Entrevista a fondo a cargo de Juan Luis Pavón sobre el presente, pasado y futuro del Espacio Cultural Colombre, tuvo su versión en la edición impresa de El Correo de Andalucía, el 20 de agosto de 2016. Dejamos aquí enlace para consultarla en su fuente original y también la reproducimos abajo en rojo para dejar registro en nuestra hemeroteca de apariciones en prensa.
Pedro Gozalbes Alonso / Editor, librero y creador de Espacio Colombre. El diminuto local que servía de polvero en un escondido callejón de Triana es ahora un foco cultural a la vez de barrio y cosmopolita, con diez tipos de actividades en las que predomina el arte de la camaradería.
JUAN LUIS PAVÓN /SEVILLA /20 AGO 2016 / 19:57 H – ACTUALIZADO: 20 AGO 2016 / 20:31 H
Entre las calles Febo y Esperanza de Triana, en un escondido viario de almacenes, talleres y garajes, por donde nadie transitaba salvo que tuviera allí un local, ha brotado con espontaneidad un espacio cultural. Los libros son el punto de partida. Y su nombre es Colombre en homenaje al gran escritor italiano Dino Buzzati (1906-1972), cuyo cuento breve ‘El Colombre’, de fuerte carga simbólica, imagina un enigmático monstruo marino. “Al que nadie ha visto, como el callejón donde estamos, que cuenta encontrar cuando se acude por vez primera”. Lo dice Pedro Gozalbes Alonso, de 35 años, vecino del barrio de San Lorenzo, polivalente profesional de servicios editoriales: corrección, diseño, maquetación, traducción, informes de lectura, transcripción, redacción, etcétera. Es uno de los creadores de Espacio Cultural Colombre, en común con su amigo Rafael Delgado García.
Se conocieron como alumnos en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla. Rafael, ya licenciado, tomó un camino profesional más ligado a lo social, aplicando sus fundamentos literarios también en su labor como educador en centros de reforma juvenil. Ahora comparten una odisea (que incluye también ganarse el sustento vendiendo libros de segunda mano en calles, parques y playas) cuyo argumento no imaginaban porque lo están aportando muchas personas en una dinámica colaborativa, que tiene mucho de tomarle el pulso a la demanda de vivir la cultura con más proximidad y menos márketing.
Pedro Gozalbes es el tercero de los seis hijos de un matrimonio donde su padre sostenía a la familia como empleado de banca, y su madre trabajó algunos años como profesora de instituto. Vivió su infancia y adolescencia en el barrio Parque Miraflores, fue alumno del Colegio Altair durante todo el periodo de escolarización obligatoria, hizo la carrera de Filología Hispánica “porque era la oportunidad de estudiar lo que me fascinaba, la literatura española e hispanoamericana”. Sus primeros trabajos en el sector editorial le abrieron las puertas para estar varios años a las órdenes de Abelardo Linares en Editorial Renacimiento, desde su enorme sede en un polígono de Valencina, donde se gestiona cerca de un millón de libros antiguos o recientes. “Sigo colaborando con Renacimiento como ‘freelance’, he aprendido mucho allí, una experiencia muy gustosa, porque realizan ediciones muy cuidadas y porque se acerca a Abelardo Linares tanta gente de la cultura que eso te enriquece”.
¿Qué le impulsó a emprender por su cuenta y riesgo?
Cuando comienzas a automatizar una actividad que te apasiona, es síntoma de que pronto vas a incurrir en el tedio. Debes darte cuenta de eso para evitarlo y reinventarte con la pasión de una nueva aventura. Así veo la vida. Era el año 2011, cuando en España llevábamos ya mucho tiempo en un ambiente de crisis económica. Poner la radio o la televisión, leer un periódico, era sinónimo de estar bajo constantes informaciones y mensajes sobre la crisis, como un todo absoluto donde no hay sitio para la creatividad de la gente de a pie. Y conversando de todo esto con mi amigo Rafael Delgado, que también estaba vitalmente en proceso de plantearse un cambio de rumbo profesional, nos fuimos picando uno al otro y decidimos probarnos en la experiencia de vender en las calles libros de segunda mano y, de ese modo, relacionarnos con gente variopinta e insospechada.
¿Dónde se probaron?
En el mercadillo del Charco de la Pava. Allí nos íbamos a las seis de la mañana, cargados de cajas con libros de ocasión que habíamos ido reuniendo. La experiencia tenía un sesgo furtivo que nos gusta y nos enciende la bombilla para plantearnos proyectos. Porque a una librería de segunda mano solo entra un determinado tipo de personas, y se crea una clientela muy específica. Pero en la calle, y más en un mercadillo adonde la gente no acude con la idea prefijada de comprar libros, es enorme la diversidad de población con la que interactúas. Es una lección continua.
Colombre no está en un lugar de paso, sino todo lo contrario.
Cuando lo cogimos, no calculamos lo que ha sucedido. Tanto Rafael como yo vivimos en pisos de edificios sin ascensor, y, dedicándonos cada vez más a la venta de libros de ocasión, estábamos hartos de subir y bajar cajas por las escaleras. Buscando un local lo más barato posible, donde fuera comodísimo aparcar el coche, cargar y descargar, y nos sirviera como almacén, encontramos éste disponible en un callejón de Triana que no tiene vista comercial.
¿Qué les hizo cambiar de planes?
Nos gusta que cualquier lugar sea agradable y cómodo. Para trabajar en un almacén, no es lo mismo que esté adecentado y bonito a que sea cargante y caótico. Y, cuando empezamos a remozarlo, y a poner estanterías, y con la llegada de amigos que venían a saludarnos, fue surgiendo en nosotros la idea de prepararlo también como lugar de encuentro y actividad. Nos dimos a conocer vendiendo libros en Triana, a la sombra del ficus en el Altozano. Las ventas eran irrisorias, pero lo teníamos asumido porque estábamos creando un proyecto como si fuera un juego, en conversaciones con gente conocida o desconocida. Ya en octubre de 2012 vimos claro que nos apetecía hacer más cosas, convocamos a muchos amigos para una reunión en el local/callejón, y se intensificó el ofrecimiento de propuestas y de sinergias. Constituimos una asociación cultural y empezamos a programar y dar cabida a narración oral, conciertos, magia, microteatro, presentaciones de libros,…
En las ciudades más cosmopolitas se ve con mayor frecuencia que reconvierten zonas y locales concebidos originariamente para almacenes, depósitos, fábricas, tiendas, garajes…
Al principio, bromeábamos diciendo que parecía la trasera de los restaurantes neoyorquinos. En cualquier ciudad se crean espacios cuyo ambiente parece fruto de un milagro.
¿Cuál es la petición más usual que les comentan?
Compartir vivencias y relaciones, tanto culturales como personales, en un espacio pequeño y acogedor, donde como máximo caben 50 personas, y donde es usual participar de encuentros y actividades donde el ambiente es aún más íntimo, entre 8, 12, 15 o 20 personas, sentadas en los sofás o en las sillas, con un pequeño ambigú. Y puedes dialogar, por ejemplo, con esa pequeña compañía de teatro cuya actuación has visto a dos metros de distancia. Pensemos que hoy en día lo imperante en la vida cotidiana, y hasta niveles exagerados, es la comunicación digital, la conexión digital, todo lo que pivota alrededor de internet, de los mensajes. Por eso valoran más las experiencias culturales presenciales, cara a cara.
Quizá también atrae como contrapunto del macroconcierto y de otros formatos de eventos multitudinarios.
Lo que percibo es esto: Cuando se va a espacios culturales como el Teatro Lope de Vega, que están muy bien, lo usual es que los espectadores acudan con personas de su entorno (su pareja, sus amigos,…) y, cuando salen al término de la función, dialogan entre sí, comparten impresiones entre ellos, pero, por lo general, no interactúan con otras personas. En Colombre no solo conviven quienes ya se conocen previamente, sino que es más fácil relacionarse también con quienes han participado y/o acudido. En nuestras actividades, también son muy importantes el ‘prepartido’ y el ‘pospartido’. El espacio propicia quedarse y relacionarse, y perder el miedo a conversar con un músico, con un escritor,…
Además de un lugar al que acuden personas desde otras zonas, ¿qué lazos se están forjando con el vecindario de Triana?
Muchos y buenos. Al principio, Colombre se nutría de amigos que llevaban a sus amigos. Los círculos se van ensanchando y cada vez hay más habitantes del barrio que descubren el espacio porque alguien se lo recomienda, y se sienten cómodos, y lo tienen en cuenta para acudir a un concierto en acústico, o a una sesión literaria, o ver una película, o títeres, o magia, etc., en lugar de plantearse ir al centro para ello. Se nos acerca gente entre sí muy distinta, percibe que Colombre es un espacio neutro que no está escorado solo a un tipo de personas o a una manera de pensar. Abundan más quienes tienen entre 30 y 40 años, pero también aparece alguien de 80 años o jóvenes de 16 años de algún instituto cercano.
¿Cómo intentan ser autosuficientes?
Quienes simpatizan con Colombre y se han asociado (ya son 90 personas) aportan una cuota que es casi simbólica: ocho euros al año. A cambio tienen descuentos en la compra de libros, y en los talleres que se imparten. La mayor parte de las colaboraciones se basan en participar de modo gratuito como protagonistas de actividades. La gente valora nuestra receptividad a propuestas que sean buenas, para organizar un diálogo en torno a un libro, o un recital, o un maridaje de cine y gastronomía,…
En cualquier barrio se da por seguro que hay bares y que son espacios de sociabilidad. ¿Con la misma normalidad no deberían existir en todos los barrios sus ‘colombres’?
Sí, en algunos de Sevilla los hay. Y no deben entenderse como espacios ‘alternativos’ sino bien asentados, porque muchas personas asocian lo ‘alternativo’ a sinónimo de ‘temporal’. Lo mejor que ocurre en el nuestro es que la gente se siente como en su casa, a la vez que son entre sí diferentes. Eso descoloca a algunos, hasta que se acostumbran. Esa es la idiosincrasia y la gracia: huir de las etiquetas. De cualquier evento surgen multitud de sugerencias para hacer otras cosas. A nosotros nos toca filtrar para mantener el criterio.
Además de gratificante aventura personal, ¿logra ganarse el sustento económico?
Poco a poco vamos a ir mejorando eso, que descuidas cuando te lanzas de lleno a una actividad en la que hay mucho de pasión. Mantenemos la dinámica de hacer de vez en cuando venta ambulante, lo avisamos por redes sociales. Por ejemplo, este verano nos pusimos una noche junto al cine de verano que se montó en el Parque de María Luisa.
Hay otras iniciativas en Sevilla de sacar a la calle los libros, como el Zoco de Libros que se realiza en la Alameda de Hércules el segundo sábado de cada mes.
Y a quienes participan les sirve para estrechar lazos entre sí, y para darse a conocer a muchas personas. Todo ello es importante porque el sector del libro (editoriales, librerías,…) es muy débil y frágil. En Sevilla hay que ir a más en esa línea, a algo más sólido como es, por ejemplo, el mercado de libros en Barcelona, cada domingo por la mañana, en el Mercado de Sant Antoni. Es precioso, bajo unos grandes toldos.
En Sevilla podría montarse, por ejemplo, en un paseo fluvial.
Sí, en el Paseo de la O, en la orilla de Triana, donde ya se realiza un Paseo del Arte con artistas que exponen para vender sus obras. Pintura y literatura podrían reforzarse mutuamente para atraer la afluencia de gente.
¿Cuál es la actividad de Colombre con mayor seguimiento?
El certamen de relatos breves, el 1 de septiembre acaba el plazo de envío de originales para participar en la tercera edición. En nuestra faceta de editores, y atendiendo la propuesta de simpatizantes de Colombre para organizar ese concurso, cuando convocamos la primera edición pensamos que iba a tener una trascendencia local, más aún porque la asignación económica es casi simbólica… Y nos llegaron relatos de 400 personas, la cuarta parte desde países de América Latina. Nos desbordó tanto interés en participar.
¿Hacia qué va a evolucionar Colombre?
Consolidar tres vertientes: espacio de actividades culturales, librería (tanto física como mediante página web) y editorial. La primera línea, la de espacio cultural, es la que ha madurado más, y se ha creado ya una comunidad de personas interesadas que acuden y son parte de su funcionamiento y su ambiente. La función de librería irá a más, con todas las estanterías que hemos montado para tener muchos libros a la vista. Y en la de editorial, irá arrancando la publicación en diversos géneros: narrativa, poesía, relatos breves, viajes… El próximo que vamos a presentar es ‘Piel roja’, relatos breves del colombiano Jhon Ardila, que vive en Sevilla.
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La coquetería de la marginalidad
Artículo escrito por Alejandro Luque aparecido en agosto de 2016 en El Correo de Andalucía al hilo de la resistencia de los pequeños espacios culturales de Sevilla y en donde se recogen algunas declaraciones nuestras y ciertas claves de nuestra supervivencia. Reproducimos en rojo aquí el artículo completo, que también se puede leer accediendo a este enlace que dejamos aquí.
El reciente desahucio de La Carbonería ha reavivado el debate sobre la labor de los focos de resistencia cultural de la ciudad, impulsados por la iniciativa privada fuera de los circuitos institucionales. En la Asociación Cultural Colombre, con sede en el callejón trianero del mismo nombre, están sensibilizados con la situación: «Nos enfada lo sucedido en La Carbonería, nos entristece saber que también perdemos La Imprenta Asociación Cultural, y que de momento no podremos volver a disfrutar de esa terraza tropical que ha sido el Pescao Crudo en el Paseo de la O, que también anunció el cierre temporal por no poder llegar a un acuerdo con el propietario», lamentan.
Según Pedro Gozalbes, uno de sus fundadores, «no es difícil darse cuenta de que hay una falta de protección hacia las iniciativas culturales. En la actualidad no conocemos que haya, por ejemplo, apoyo a los alquileres de locales que promueven actividades culturales. La consecuencia directa de esto, en Sevilla, la estamos ya viendo… estamos invadidos de veladores por todas partes, uno sale de casa y casi tiene que pedir permiso para poder pasar o para sentarte en un banco de una plaza porque todos son mesas y camareros avasallándote. No se puede jugar a la pelota en una plaza, pero sí se puede atestar la plaza de veladores, como en San Andrés. Lo que ha terminado por ocurrir es que prácticamente solo la hostelería, grandes marcas, franquicias o cadenas puede hacer frente a los altos alquileres que se piden en el centro o en las zonas comerciales o transitadas. A nadie le ha dado por regular eso y al final vamos perdiendo espacios añejos, y el problema no es la nostalgia sino la autenticidad que da el tiempo bien llevado».
La ingente labor que desarrollan gratuitamente, y que va de conciertos a teatro, es casi a pulmón, como suele decirse. «Las ayudas que salen a convocatoria pública en un ayuntamiento como el de Sevilla nos parecen muy flojas», dicen. «Quisiéramos equivocarnos, pero da la sensación de que son las migajas que quedan sobre la mesa después de haberse celebrado un gran banquete, en donde los comensales a menudo van con máscaras y quien invita se olvida de que lo hace con dinero público».
«El problema fundamental de las ayudas es que nunca, nunca, nunca se valora el trabajo de gestión y coordinación cultural; solo se valora el qué, nunca el cómo. Desde Participación Ciudadana acaban de anunciar una convocatoria pública para la concesión a proyectos específicos de subvenciones a entidades, asociaciones, federaciones… y uno de las advertencias –que se repite en casi la totalidad de las subvenciones que se publican– dice: ‘Solo serán subvencionables aquellos gastos de funcionamiento que guarden relación directa con la actividad subvencionada y sean indispensables para la adecuada preparación o ejecución de la misma…’ Con lo cual, si nadie valora el trabajo de gestión cultural, uno acaba yendo a lo que sabe con toda certeza que va a ejecutar en ese año… y si cae algo, que normalmente es con mucho retraso, más de un año desde que el proyecto concluye, es como un pequeño plus con el que cuentas para luego gastártelo en otra cosa, porque primero lo tuviste que poner de tu bolsillo», agrega.
¿El secreto de Colombre? «Nosotros sobrevivimos porque estamos donde nadie quiere estar, en un callejón escondido y alejado del tránsito, y hemos hecho de esta marginalidad nuestra mayor coquetería. Nos burlamos de nosotros mismos diciendo que estamos en el callejón menos conocido de Triana. Pero no somos ingenuos, tal como están las cosas si ese callejón un día se pusiera de moda, nosotros no nos iremos, nos echarán».
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